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Madrid es la capital de España, pero también es una comunidad autónoma con una ubicación privilegiada, al encontrarse en el centro de la península. Al lado de montañas, ríos o valles, encontramos el paisaje que conforman los viñedos, las huertas y los pastos. Ello unido a un legado artístico y arquitectónico de la que fue una de las Cortes más poderosas desde el siglo XVI.
Hay quien opina que la gastronomía de Madrid, como tal, no existe. Que la de Madrid es una fusión de muchas cocinas nacionales e internacionales al estar situada en el centro de la península ibérica y haber sido un cruce de caminos, y, con posterioridad, capital de España. Nosotros no negamos ese origen, pero sí pensamos que Madrid tiene su propia gastronomía, con unos platos que son santo y seña de esta comunidad autónoma.
En Madrid han convivido tradicionalmente dos cocinas, la de la nobleza y la del pueblo llano, hasta llegar a consolidarse en una, que compartió la clase trabajadora y la Corte. Una población, la madrileña, que o bien era muy pobre, y tenía unos recursos muy limitados, o bien era rica (los menos) y gustaban de la cocina afrancesada. En el medio de esas dos clases sociales apenas había población, quizá el único representante era el clero.
El cocido es el plato en el que confluyeron esas dos clases sociales.